Como veis en la imagen, el título del libro hace referencia a la influencia que puede tener la forma de comunicación que utiliza una familia sobre el desarrollo natural –o patológico- de la personalidad de sus familiares.
Fueron trabajos realizados por psiquiatras y psicólogos expertos en Terapia Familiar alrededor de los años 1978-1985. No puedo dejar de mencionar a grandes autores en este tema: Paul Watzlawick, Mara Selvini, Gregory Bateson. Observaron un elevado número de familias con pacientes diagnosticados de trastorno mental y concluyeron que el estilo comunicacional podía ser detonante de cuadros psicóticos. Más adelante las conclusiones de numerosos trabajos indicaban la presencia de un lenguaje confuso y una comunicación poco clara alrededor de pacientes con anorexia.
Sin entrar en algo técnico pues no es el contexto, ofrezco esta reflexión relacionada con nuestra manera de comunicarnos hoy en día.
Estudios sobre la comunicación humana desvelan cuan enloquecedora puede ser una comunicación disfuncional. Todos entendemos este tipo de diálogo:
Hijo: ¿Papá, puedo salir con los amigos?
Padre: ¿Has acabado los deberes?
Hijo: No, los haré más tarde tengo tiempo.
Padre: Tú verás, haz lo que quieras.
El hijo, si se va con amigos, se irá con la sensación de disgustar a su padre. Si se queda, no hará lo que su padre le está “permitiendo” con sus palabras que son: “haz lo que quieras.” Por lo tanto, el niño escoja la opción que sea de las dos posibles se quedará dudoso, inseguro, con afecto negativo.
Sería más claro y sano lo siguiente: primero, no responder con una pregunta como sucede en el diálogo ¿has acabado los deberes?, sino responder con claridad. Por ejemplo: No, primero acaba todo. O, sí, si quieres si. Matizando un poco más y entrando en el tema de la empatía la respuesta sería, “Entiendo que quieras salir con amigos. Primero acaba de estudiar, luego sal con tus amigos”.
Cuando nos comunicamos con el lenguaje verbal cara a cara hay malentendidos, suposiciones, se generan dudas, se sobreentienden temas, se escucha sin tiempo, el oyente quizás esté con otras preocupaciones más allá de la conversación, y un largo etcétera. ¿Qué sucede en la comunicación digital?
Llega internet y se amplían de manera exponencial los canales de comunicación. Entre muchas cosas positivas siempre hay otras, no tan buenas. Además de las oportunidades debemos de considerar los riesgos, sobre todo aquellos que somos los responsables de los menores y de las siguientes generaciones.
La comunicación digital es la que utilizamos actualmente sin medida. Sin poder parar en muchas ocasiones. Videos, mensajes cortos, incluso frases cortas, para transmitir algo de manera rápida. Antes de obtener una respuesta ya estamos iniciando otro mensaje. Si es un chat en grupo, se cruzan los mensajes, se interrumpen unos con otros. En muchas ocasiones se cambia de un tema a otro sin sentido. Cada vez se dan menos respuestas y se lanza más información.
Estamos viviendo una era en la que el verbo “hablar” tiene otro significado: los jóvenes dicen “hablo con fulano” cuando en realidad están escribiendo monólogos en su pantalla sin poder observar el estado del interlocutor. Más que un diálogo es un traspaso de información, en detrimento de los diálogos, de la comunicación, comunión y unión.
¿Procuramos confirmar que nos han entendido bien? Si nos limitáramos a dar información puede ser válido todo esto. Pero el riesgo está aquí: las personas en muchas ocasiones no utilizan más medios de comunicación que el digital y por lo tanto están ahogadas de información y vacías de comprensión. Los jóvenes son los más activos con estos medios y las consecuencias de perder las habilidades sociales son complejas. Las consecuencias de esta falta de escucha y de estos mensajes cruzados son delicadas pues estos jóvenes depositan en este medio de comunicación toda su estima.
Las expectativas son sentirnos reconocid@s, que nos den un like, muchos de ellos otorgados sin haber incluso leído lo enviado. El sentimiento de vernos reconocidos pasa en un segundo de tiempo a un sentimiento de vernos despreciad@s. Las personas se quejan de que a través de esos grupos de chats no me han respondido. Te lo escribí y no te has acordado. Qué respuesta tan cortante has escrito. Como le dices eso tan frío, no te lo decía con mala intención, tenía prisa por eso escribí solo lo mío, fulanito abandonó el grupo, hace 2 días “le hablé” y no me ha contestado nada, etc, etc…
De la misma manera que es evidente y demostrado que el estilo comunicacional está en las familias con patología, la forma de comunicarnos digital está favoreciendo el desarrollo de síntomas en las personas. Síntomas como déficit en nuestra capacidad de atención al estar sobrepasados por la velocidad de los mensajes. Dificultad de concentración debido a la cantidad de datos que tenemos a nuestro alcance y que a nivel cerebral no podemos procesar. Sentimiento de frustración al no sentirnos comprendidos, sentimiento de baja autoestima al no sentirnos escuchados y legitimados. Emociones como envidia o indefensión al sentir como real aquello que está expuesto en modo digital. Cuadros deansiedad por toda esta cantidad que excede nuestra capacidad, nuestros ritmos humanos.
Porque depositamos en ese canal digital toda la parte relacional. Y esto es excesivo. Tenemos que dar el significado que le corresponde a los mensajes, chats, frases cortas, etc…significado de informar.
Enfatizo también que gracias a los medios digitales estamos al corriente de muchas noticias, de muchas personas, estamos en contacto con gente que está lejos. Podemos a corto plazo, de manera instantánea, localizar a cualquiera. La era digital ha sido todo un avance y no quiero decir lo contrario.
Pero hagamos un esfuerzo por preservar y cuidar el diálogo con los cercanos. De la misma manera que la comunicación disfuncional y paradójica genera psicopatología, seamos conscientes de que los síntomas que menciono son cuadros psicopatológicos desencadenados en muchas ocasiones por el mal uso de los medios digitales.