Sintonicemos con nuestras emociones y... regúlate!
Aunque un sentimiento nos duela, no miremos para otro lado...
Seguimos en confinamiento. Empezamos a sentir cansancio, hartazgo, pena, impotencia, apatía…
Se ha quedado atrás la energía que nos ayudó a adaptarnos al estado de alerta, energía para emprender actividades en nuestros hogares, esa energía que nos hizo empezar a trabajar desde casa de otra manera, esa energía que nos hizo leer cantidad de información, opiniones, chistes, propuestas, consejos, ideas… Esa energía que nos hizo desarrollar habilidades tecnológicas, conocimientos informáticos. Esa energía que favoreció la solidaridad, donaciones, trabajos voluntarios, ayudas, colaboración…
Los niños se han cansado de sus nuevos escritorios temporales, de sus video-llamadas, de las manualidades… Los abuelos están cansados de esas conversaciones por la pantalla en las que no nos ven bien, en las que a veces no nos entendemos pues nos interrumpimos…
Seamos conscientes de estas emociones, del miedo que podemos sentir, de la pena que invade a aquellos que han perdido a sus cercanos. Esto es aceptar emociones negativas. Emociones que han de llegar. Duelen y molestan, pero no son dañinas. Son un aviso. Las emociones son respuestas sanas de nuestro sistema límbico. Nos informan de los siguientes pasos a seguir.
Nuestros sentimientos son un aviso de cómo tenemos que actuar
Los siguientes pasos a seguir… Nunca mejor dicho me viene a la cabeza lo que explicaba en una entrevista Roberto Canessa, cardiólogo superviviente en Los Andes, “ver tu mismo que puedes dar un paso más. Y paso a paso”. Así explicaba el doctor cómo logró avanzar. Centrándose solamente en la siguiente pisada. En este sentido, el próximo paso es: tolerar posibles sentimientos negativos. No intentemos evitar el malestar pues nos paralizaremos.
Estamos rodeados de propuestas de meditación, mindfulness, yoga… todas recalcan el valor del presente, el presente como regalo, nos insisten en centrarnos en el “aquí y ahora”.
Siguiendo esta línea de salud, cada adulto en el escenario en el que se encuentre que lo acepte, que no evite, que no mire para otro lado con distracciones. ¿Siente impotencia por ejemplo? Ante la impotencia es bueno marcarse metas que podamos lograr. Tareas que podamos realizar. Podremos regular con esa tarea nuestra impotencia, suavizándola y remplazándola por una sensación de cierto “logro”. ¿Siente cansancio? Ante el cansancio es bueno cuidar nuestro cuerpo, dormir, estirar, darle un baño, cambiar de espacio, saber pedir ayuda para poder descansar, etc…Hacer algo que nos permita avanzar a corto plazo con esa sensación: tras acoger un sentimiento demos el siguiente paso.
El riesgo está en las actitudes extremas...
Ante una emoción presente demos el siguiente paso, pero un paso, no tres. La medida es clave. Un paso, no tres. Una cantidad media de silencio, una tarea comedida en cuanto a su nivel de exigencia. Un tiempo hablando con alguien con un principio y un fin. Un tiempo en la cama con límites. Una cantidad de comida ajustada. Un tiempo delante de una televisión con un fin.
Todas las emociones son legítimas y no las elegimos, pero sí podemos observarlas, no evitarlas, ocuparnos de ellas aprendiendo formas de respuesta lo más “intermedias” o comedidas que podamos. Al menos intentarlo.
El trabajo psicoterapéutico se centra en ayudar a que las personas desarrollen habilidades para regularse emocionalmente. En el ámbito de la terapia familiar la demanda suele ser “mi hijo tiene rabietas, celos, está demasiado callado, no se concentra cuando estudia…”. Son problemáticas alrededor de las dificultades en regular las emociones. Pongo ejemplos con los niños porque es más fácil que identifiquemos el déficit en gestión emocional en otros que en uno mismo.
Extrapolemos esto a los adultos pues tenemos también que observar nuestras emociones, aunque nos cueste, pues es la base de todo lo demás.
Por ejemplo ¿sentimos pena? Que esta no sea paralizadora. Aprendamos a gestionarla y que no arrastre peores consecuencias. ¿Sentimos frustración? Que no desate sordera, es decir, no escuchar a otros por estar invadido por una emoción negativa. Esto suele pasar: me quedo en mi dolor y no escucho, no veo, maneras de salir de esa pena. Otro ejemplo: angustia por la crisis económica, que no desate respuestas extremas, desproporcionadas, ataques de impulsividad extremos. Que el siguiente paso sea solo uno y no tres.
Animo a que entendamos que podemos sentir pero que procuremos regular la cuantía de la respuesta a ese sentimiento: evitar caer en los extremos.
Riesgos que nos impiden regularnos
Tenemos que aceptar que sentimos cansancio, miedo, pena, rabia, frustración, indignación, impotencia… ¿Te ves reflejado? Por lo tanto, las expectativas han de ser acorde a este estado. Demos un paso y no tres. Sintonicemos con esta emoción personal.
- Es un riesgo creer que podemos conseguir todo lo que queramos. Es útil conocer nuestros límites y aceptarlos. Vernos agobiados, cansados o desbordados es una señal, un aviso que nos dice “haz lo que puedas”. Hagamos caso de esa emoción. Es útil proponernos metas alcanzables.
- Es un riesgo tener una mirada juiciosa pues se transforma en voces lógicas, frías, exigentes, amenazadoras y por lo tanto paralizantes. La cultura del perfeccionismo es un riesgo, solo frustra y genera insatisfacción. Querer más, cantidad, sobre-información, hiperactividad, multitareas, instantaneidad, velocidad, etc… Trae como consecuencia la sensación de “no soy suficiente” “no hago lo suficiente”. Todo lo opuesto a un sentimiento de satisfacción personal. Es útil intentar desarrollar para nuestra regulación emocional una mirada acogedora, que recoja lo que sí tenemos y no lo que falta, que considere lo que sí hay y no busque la perfección recriminando por lo que no hay.
- Es un riesgo cuando sacamos punta a todo, cuando vemos los fallos, cuando exigimos, solo logramos frustrar y sin darnos cuenta, culpar. Es útil no culpar. Esto es importante. Culpando se bloquea a las persnas. La culpa avergüenza y paraliza. Hace que uno se esconda. Es útil proponer nuevas actitudes, pero no etiquetar de culpables los comportamientos pasados. Atención, cuando culpo a alguien me coloco como víctima. ¿Eso es útil?
- Es un riesgo favorecer la victimización, es decir, sentirnos víctimas. Podemos ver a otros como víctimas y ayudarles evidentemente, pero eso es diferente a sentirse víctima uno mismo. Es útil no caer en la victimización. Si nos sentimos víctimas nos colocamos en la pasividad En nuestra regulación emocional procuremos no culpar para así no llenarnos de pasividad y poder ser dueños y líderes de nuestras De esta manera tendremos un sentimiento de logro, seguridad y una autoestima positiva, y lo más importante: lo transmitiremos.
- Es un riesgo no vernos responsables de nuestra regulación emocional. Hay contextos muy dolorosos y vidas muy penosas con personas admirables, sanas, alegres y activas. Es útil ser proactivo en nuestra mirada introspectiva, en nuestra gestión emocional presente. Es útil escucharnos con amabilidad acogiendo lo que tenemos con curiosidad. Es útil aceptar lo que sentimos y actuar con gestos animosas pues transmiten superación.
La Responsabilidad está en los Adultos
Procuremos los adultos desarrollar esta habilidad de regularnos emocionalmente para aportar seguridad y ánimo, lo que necesitamos para dar el siguiente paso: no sabemos ni cuándo saldremos ni cómo saldremos, pero sí podemos intentar darlo desde una buena regulación emocional, sintonizando con el presente, sin crítica, pero sin paralizarnos. Con ánimo, porque podemos seguir avanzando, muchos otros ya no pueden porque no están.
…por eso… El trabajo psicoterapéutico se centra en ayudar a que las personas desarrollen habilidades para regularse emocionalmente.