Madre que le dice a su hija…:
“Si tú estás bien yo estoy bien”
Cuando la hija se queja por sus estudios, “hija, todos tenemos obligaciones”
“No puedes hacer lo que te apetezca siempre”
“Ese juego es estúpido, mejor elige este otro”
“Llevo dedicada a ti todo el día y tú a disgusto por todo, no te lo mereces”
“Te lo he dicho mil veces, ¿lo haces para fastidiar?”
“Lo mejor para ti es que te organices así…”
Estas frases son ejemplos, EJEMPLOS, de muchas situaciones que viven los hijos, y que por supuesto vivieron los adultos de hoy cuando eran niños.
¿Son negativas?
No.
Una a una no es negativa.
Lo que sucede es que el hijo vive en un clima, en un ambiente. Los hijos no crecen simplemente gracias a las frases que escuchan, a las pautas, a los consejos. Los hijos crecen en un ambiente.
Mayor contenido afectivo en los mensajes implícitos que en los explícitos
En los ambientes hay muchos mensajes implícitos: orden, desorden, silencios, gritos, respuestas con frases hechas, rutinas, cambios, prisas, penas, sorpresas, miedos, compromisos, dudas, contratiempos, alegrías, y un largo etcétera.
Lo que decimos con palabras son mensajes explícitos pero en muchas ocasiones estos mensajes contienen además mensajes implícitos. Por ejemplo: “Si tú estás bien yo también”. Entonces el hijo vive lo siguiente “no puedo estar mal porque Mamá se pone mal”. Con lo cual sin quererlo hemos transmitido al niño una responsabilidad grande: aparentar estar bien para que Mamá esté bien. Evidentemente esto sucede cuando el mensaje es recurrente. No saquemos de quicio el ejemplo y pensemos que por una vez que digamos algo así estamos generando ansiedad en el niño.
Estos ambientes es lo que englobo bajo el concepto de
CLIMA AFECTIVO.
Los padres nos centramos en las normas y pautas como elementos para hacer “bien” las cosas. Sin embargo, la parte afectiva queda difusa. Y no por desinterés de los adultos! Ahora estamos todos preocupados con saber qué decir, si está bien o mal lo que elegimos como educación, qué hacer y que no, leemos libros sobre educación, etc..Pero evidentemente los responsables de los menores se centran en criterios concretos que aseguren que estamos educando “bien”.
Sin embargo, los bebés, niños, jóvenes, crecen en un CLIMA AFECTIVO. Esto va más allá de las pautas y criterios concretos. Va más allá de lo tangible y explícito. Va más allá de lo lógico y racional. El desarrollo en las personas no es solamente lógico. Es psico-lógico. En este “más allá” está el clima afectivo.
Desde la terapia familiar y la visión sistémica de las relaciones familiares se puede describir este clima y entenderlo. Gracias a ello sabremos si mi familia es más bien “aglutinada”, “familia modelo”, “familia difusa”, “familia intermitente”, etc.
Entendiendo el estilo familiar subyacente podremos abordar con mayor seguridad los desajustes y dificultades que vayamos encontrando en el desarrollo de los menores, personitas que son el centro de nuestras vidas y el futuro de nuestra sociedad.
Te animo a que en caso de tensión, inseguridad, conflicto, rebeldía, te asesores para entender qué estilo de familia estás creando. Esto te dará herramientas para poder entonces abordar el síntoma. Síntoma que vemos en forma de suspensos, celos, silencios, oposicionismo, absentismo, desorden en el sueño, en la alimentación, en la concentración, ira, consumo de sustancia, etc…
Terapia Familiar: una herramienta y perspectiva eficaz para abordar dificultades en el desarrollo y crecimiento de los menores.